En esta exposición, `Cuerpos mutantes´, Rosalía busca cuestionar la construcción de la identidad, replanteandose los límites corporales. Cuerpos fragmentados, fragilidad corporal y desarraigo de la naturaleza que nos pone frente a un espejo en el que nos reconocemos como sociedad contemporánea. Su interés no reside en representar cuerpos diversos, sino en pensar el cuerpo como una entidad mutable, atravesada por lo social, lo político y lo afectivo. El cuerpo, en su obra, nos habla de hambre (fisiológica, emocional, cultural), de culpa o de placer. Se presenta como un espacio colonizado y mercantilizado pero también como un territorio en disputa. Se trata de una llamada de atención.

La exposición se articula en torno a una mesa central donde, a modo de paisaje, Rosalía propone una serie de obras en las que el cuerpo se descompone y se transforma cuestionando sus propios límites como espacio y en relación con el entorno. Una relación rota desde el momento que, como sociedad, nos alejamos de la naturaleza. Dos series se centran en esta idea; Homo Humus y Totéms (Renacimientos) que aluden a ese desarraigo del ser humano con la tierra simbolizando mediante pies segmentados y vacíos en la primera de las series y otros a los que les brotan flores, en la segunda. Unos pies que se alejan de la tierra y mueren, pero a su vez generan nueva vida. Una transformación, una nueva vida, que nos lleva a otra de las series presentes en la que unos pasteles de semillas y legumbres (proyecto realizado en México sobre Coatlicue, diosa mexicana de la tierra y la fertilidad) reflejan esa idea de un futuro mejor a través del cambio.

Así, Banet no propone una visión trágica, sino lúcida: bajo lo grotesco, la idea. En cada corte, dibujo y escultura se puede observar el trasfondo del trabajo de la artista gallega. Su obra deviene un campo de fuerzas; entre lo biológico y lo simbólico, lo individual y lo colectivo, lo íntimo y lo político. El cuerpo, en Banet, no se representa, sino que se transforma para hacernos reflexionar.